Mucho se ha dicho que, luego del accidente de Chris Froome, el Tour de Francia pierde a su mejor ciclista y quien la gane, tendrá el lunar de no tener al lado a Froome, una auténtica incoherencia que ha medida que se defiende, se hace más grande.
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El Tour de Francia es una de las mejores carreras ciclísticas del mundo, para muchos la mejor y allí acuden pedalistas que se han preparado para llegar a lo más alto del podio, para recorrer los campos Elíseos portando la Maillot Amarilla.
Y no es una preparación de meses, ni sueños que se han forjado en días… Hay toda una vida detrás de esos sueños, hay todo un entrenamiento tras ese gran deseo y minimizar ese acto, por un corredor que no pudo asistir por equis o ye motivo, es algo que resta importancia a esos planes y quienes han trabajado toda una vida para ello, estarán de acuerdo.
El Tour de Francia es más grande que Chris Froome, que Alberto Contador, que Eddy Merckx y cualquier otro ciclista en la historia de este deporte. Es cierto que el Tour de Francia sin Froome será diferente pero es esa carrera la que le ha dado kilates al nombre del británico, no al revés.
Además, cuando Nairo Quintana ganó la Vuelta a España de 2016, la leyenda, el relato, la historia dirá que el de Combita venció en la Vuelta a España, no que venció a Chris Froome. Misma lógica para el Tour ganado por Geraint Thomas en 2018.
La esencia del Tour es tan grande, que hay otros pedalistas muy fuertes, que se dejarán la piel en cada segundo, que resistirán y atacarán hasta el cansancio, hasta que sus capacidades lo permitan con tal del alcanzar esa camiseta amarilla.
Por lo pronto, lo ideal es que Chris se recupere, pero el Tour de Francia sin Froome, tendrá la misma intensidad, el mismo interés y toda la gloria para aquel que se lo lleve.
Hay que recordar que se llama Tour de Francia, no Tour de Chris Froome.
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