El Giro de Italia es una carrera histórica, que cuenta muchas historias, varias de ellas fuera de las carreteras, alejadas de las bicicletas… relatos que enriquecen una competición instalada en la historia de la humanidad que ha vivido capítulos oscuros, bellos y conmovedores como este el que se presentó en esta edición.
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Esteban Chaves largaba la etapa 17 del Giro de Italia 2019. En el bus, en medio del bullicio de las calles, con los aficionados rondando, felices, por entre los autobuses con banderas de todos los países del mundo, Esteban Chaves se preparaba para montar su bicicleta.
Ya había ganado, ya era un triunfo, un verdadero triunfo de la vida. Hace un par de años que sufría una tendinitis que lo alejó de las carreteras en su mejor momento y luego padecería una mononucleosis que lo mandaría a la cama, que le bajaría las energías y lo ponía al borde de una posibilidad trágica, la de dejar la bicicleta de manera profesional.
Dar detalles de ese proceso de recuperación, tratar de relatarlos, sería solo un decorado en comparación con la realidad. Aquellos que lo vivieron, tal vez igual o más visceralmente que propio Esteban, fueron sus padres, Jairo Chaves y Carolina Rubio. El sueño de su hijo estaba mermado por una de esas enfermedades que llegan en el peor momento, aunque nunca hay uno bueno como para que algo así se presente.
Y Esteban desapareció de la escena deportiva del país y del mundo. Poco se sabía de él y en palabras sencillas, los medios aseguraban que se estaba recuperando. El Mitchelton Scott confiaba en el pedalista bogotano y le brindó toda la ayuda posible y don Jairo y doña Carolina, junto a él, infaltables, incondicionales.
E imaginar el proceso, imaginar las entrañas de esta historia de recuperación era imposible, las palabras, a pesar de ser poderosas, están lejos de ser tan expresivas como los mismos sentimientos y tratar de edificar en la mente lo que es la frustración, la preocupación, la tristeza, los momentos de alegría y los enviones anímicos tan necesarios en esos momentos, solo eran tibios acercamientos a la realidad.
Pero la prensa y la realidad traían de nuevo dudas, cuando Esteban reeditaba las posiciones y los tiempos del Giro 2018, en el que inició muy bien y poco a poco se fue quedando en el pelotón, alejándose de Yates y de los puestos de vanguardia. Parecía recuperado pero la duda siempre acecha.
Chaves se montó en su bicicleta y partió con el grupo. Pronto se iría en la fuga, pedaleando y sintiendo esas sensaciones que alguna vez tuvo. Su cuerpo recuperaba la memoria, no toda, pero sí una muy importante y tal vez suficiente, la resistencia estaba allí, la cadencia también, las piernas no paraban, algo del Esteban del 2016 aparecía.
Y por un momento se pensaba que se apagaba, pero retomó y reaccionó. Chaves una vez más adelante y en fuga y se fue por el primer lugar, que hubiera sido perfecto para ese pequeño final, transitorio, de una historia que sigue, pero la perfección a veces se presenta de una manera diferente a la que imaginamos y en varios ocasiones termina siendo mucho mejor.
Para los espectadores, para los aficionados, para los portales y periodistas, Esteban iba por la etapa, pero la verdad es que Esteban ya había ganado y más que él, don Jairo y doña Carolina celebraban la victoria, una de esas que nadie ve, pero que sabe mucho mejor que cualquiera… pocos veían la historia que había detrás del segundo lugar de Chaves en la etapa 17 del Giro de Italia.
Paradójicamente todo quedó al descubierto en un acto íntimo, resultado de la fuerza, de la perseverancia… resultado de los momentos más duros; todo se descubrió gracias al abrazo de doña Carolina y don Jairo quienes triunfaron, quienes ganaron junto a Esteban. Ellos dos se fundían el uno con el otro, como sabiendo desde el principio que la unión era la manera de imprimir la fuerza necesaria a ese ser que le sonreía a la cámara. Como si en una acción resumieran sus meses de lucha.
Doña Carolina y don Jairo, respetando su protagonismo tras bambalinas, al otro lado de la cerca y él, su hijo, Esteban, dando la cara a los medios, lejos de esos momentos complicados, difíciles, lentos… Sus padres, al final se llevarían toda la atención, porque un fotográfo captó el momento perfecto, el ideal, el segundo que contó días y meses. Kristoff Ramón, autor de la foto, nos regaló la foto del Giro de Italia.
Pero son Jairo Chaves y doña Carolina Rubio nos dieron el momento del Giro de Italia, ese que hace más grande la competencia y que prueba que acá, las historias no solo la cuentan las bicicletas, sino también las lágrimas, en esta ocasión, de alegría, de añoranza y de amor incondicional… que vale más que cualquier título.
Esta es la foto
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