Gracias Egan Bernal. Nadie sabía que el 13 de enero de 1997 había nacido el campeón del Tour de Francia, el primero para Colombia. No era probable que este país pariera a uno de los ciclistas más jóvenes en ganarlo, forjando la admiración del mundo.
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El triunfo es algo loable, que se expresa por sí solo. En total fueron 82 horas y 57 minutos de recorrido total del Tour de Francia 2019. Solo dos días de descanso y un muchas montañas recorridas donde seguramente Egan sintió de todo: felicidad, emoción, frustración, tristeza… sufrimiento.
Quedémonos acá por un momento, sufrimiento. Es, seguramente, la sensación que el ciclista más siente. Ese que explota las piernas y reduce la boca a un mordisqueo de dientes que amenaza con acabarlos.
Pero apartemos la parte física, que ya es de suficiente admiración. Hablemos de la historia, de la cuna de Egan Bernal, quien no nació en una cuna de oro, quien no nació en una familia cuyas relaciones públicas y amistades, aseguraban algunos beneficios.
Los verdaderos legados empiezan desde abajo
No, Egan empezó desde abajo, desde el principio, como deben empezar la historia de aquellos que quieren dejar un legado verdadero, uno de principio a fin.
Su padre, Germán Bernal, se probó en el ciclismo, pero terminó como vigilante, siendo prueba viviente de cuán desagradecido puede ser este deporte, pero experimentando que la vida da revanchas de manera que no imaginamos-
Su madre, Flor Gómez, cultivadora de flores, fue esa figura que le enseñó la humildad, al igual que todo su entorno… no le faltó nada a Egan, pero tampo le sobró.
Ningún Gobierno podrá decir que lo apoyó desde un principio, pues desde 2014, cuando entraba al ciclomontañismo, pedía donaciones por facebook, a aquellos que creían en su talento. Sí, empezando con las uñas, huella imborrable de aprendizaje, que forja personalidades fuertes y humildes.
Gracias Egan Bernal
Se haría extenso este texto, si repasamos cada aparte de la vida de Egan que necesitó de un gran esfuerzo. Su marca, tal vez, está forjada por esa cualidad, el esfuerzo, uno inteligente.
Hoy vemos a un chico de 22 años, nacido en Bogotá, criado en Zipaquirá, escalando desde abajo, ganando el Tour de Francia 2019, la carrera más importante del ciclismo, la que vio por televisión una vez y de la que pensó nunca conseguir.
Hacer un sueño realidad es una de las sensaciones más irreales (paradójcamente) que hay. Y suele suceder que último en darse cuenta es aquel que lo logró. En ocasiones toma mucho tiempo y sea como fuere, la historia es igual de dulce.
Pero más allá del triunfo, quiero agradecer a Egan por probar al mundo que Colombia es cantera de campeones. Quiero agradecerle por inspirar a las generaciones venideras, que verán en la bicicleta, una buena manera de depositar sus sueños.
Que al ver el ejemplo de Bernal, sabrán que en la vida, las victorias buenas, se consiguen con mucho sacrifico, con disciplina y sí, esfuerzo. Sin trampas, sin vericuetos, sin jugarretas… Que todo salga del alma.
Feliz estamos porque Egan nos puso a celebrar un hecho histórico, un hecho que se consiguió a punta de piernas… el mundo lo agradece y así es como hace historia realmente, pues la pureza de las victorias es reconocida por el mundo.
Eso pasará con Egan, se ganará la admiración de todos, se convertirá en figura, en ejemplo, en espejo. Que al final es lo más importante, que con cada hecho, este mundo se vuelva mejor. Por eso, gracias Egan Bernal.
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