Esta es la confesión que mandó Nairo Quintana y que tiene que ver con Lucho Herrera, a varios sorprendió esta palabra, pero se entiende debido al contexto que vivió Nairo en su niñez, la cual estuvo más bien alejada del ciclismo, el deporte que hoy le da todo.
Nairo tiene claro la herencia que le ha dejado el no nacer un cuna de oro, el poder luchar por lo de él y aprender de las caídas que acarrea el hecho de ir día a día desde abajo, por un objetivo que está lejos, pero por el cual se lucha hasta conseguirlo:
“El trabajo, la dedicación y el luchar, nos caemos y nos levantamos, seguimos luchando. Esa identificación que hace la gente del día, la gente de a pie. Decir: ‘Si ese tipo pudo, vea cómo se levantó’, yo también me levanto y voy para adelante”, dice Quintana.
Y a él le tocó trabajar en el campo. Su lugar de nacimiento lo ubicó en una vereda en Cómbita y allí, rodearse con los cultivos, las semillas, todo el trabajo del campesino, del cual inició a hacer cuando era muy pequeño. El día a día era ayudar a su padre, ir a la escuela y regresar, para seguir trabajando.
Por eso es que Nairo se empezó a meter con el ciclismo, hasta los 15 años, una edad tardía para alguien que quiere desarrollarse en este deporte profesionalmente, pero tenía las piernas. Por eso, antes de eso nunca había escuchado los nombres de los ciclistas más famosos de nuestro país, no conocía ni a Lucho, ni a Fabio. Esta fue la confesión que hizo al programa ‘Los informantes’ de Caracol:
“A mí de niño no me regalaron una bicicleta, nosotros estábamos ocupados, trabajando en el campo. Nosotros de chiquitos no conocíamos a Lucho Herrera. Con el tiempo resulté ganándole a los profesionales”.