El ciclismo mundial ha sufrido algunos cambios debido a la pandemia y el Tour de Francia y su organizadores no pudieron esquivar los estragos queja el virus en su andar.
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Con nuevas formas de encontrarse en la carretera, los ciclistas deberán atender a nuevas medidas y protocolos de bioseguridad para poder correr. Entre cuarentenas y constantes pruebas y poco contacto, los ciclistas retomaran competencias el mes de julio con la Vuelta a Burgos.
Sin embargo, la mirada se centra en el Tour de Francia y las demás carreras de tres semanas. Allí es donde más preocupa a los organizadores de las carreras, pues se suelen reunir más público para apoyar a los deportistas por las carreteras.
Desde el primer anuncio de suspensión de las competencias por el avance del virus, los organizadores del Tour de Francia comenzaron a trabajar con el propósito de encontrar la forma de desarrollar la carrera más importante del calendario ciclístico a pesar contar con la indeseada posibilidad de la ausencia del público.
Lo primero fue establecer una fecha tentativa en donde se creyera que habría un control del virus moderado y que les permitiera correr con la seguridad para todos los ciclistas y organizadores, además de los pobladores por donde pasa la carrera.
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Ahora la disposición ya parece estar acordada y con el visto bueno de parte de los entes de control en estos casos. La organización prevé que algunos puertos montañosos contarán con entradas gratuitas que permitirán tener mejor control de la asistencia del público.
