Anna Kiesenhofer encabezó los titulares deportivos a nivel mundial luego de la prueba de ruta de ciclismo en Tokio 2020, sin embargo, en su historia está escrita una página de retiro, pues hace unos años la austriaca dejó el deporte.
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Luego de una exigente prueba de 137 kilómetros entre Musashinonomori Park y el Fuji International Speedway, la pedalista austriaca consiguió lo impensado: una medalla de oro que sin duda la dejará marcada en la historia de las pocas atletas que han conseguido este logro.
La carrera, se tornó un tanto extraña para muchos, por la falta de comunicación entre las participantes y los seleccionadores, dejó un final bastante emotivo.
Kiesenhofer no es solo una ciclista más. Es una de esas que han batallado contra corriente, superado grandes obstáculos y de hecho, han renacido después de lo que parecía el fin.
La corredora austriaca de 30 años, se alejó del ciclismo hace unos años, producto de una osteoporosis. El padecimiento de este enfermedad y la exigencia del deporte a nivel profesional, la llevaron a un estado de depresión agudo. Actos seguido, tomó la dura decisión de retirarse.
Sin embargo, aprovechó el tiempo para estudiar un Doctorado de Matemáticas Aplicadas y posteriormente se convirtió en profesora universitaria de matemáticas. Poco a poco, esa misma pasión por los números la llevó de regreso a la bicicleta y en el año 2019, volvió.
Pese a que muchos equipos quisieron tenerla dentro de sus filas, ella tenía un objetivo diferente y muy claro, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Y que buena decisión.
La pedalista afrontó la competencia con determinación y cruzó la línea de meta a más de un minuto de ventaja sobre sus rivales más cercanas. Annemiek van Vleuten se quedó con la plata y la italiana, Elisa Longo aseguró el bronce.